Santiago de Cuba, 25 jun.— En el seno de una humildísima familia negra residente en la barriada de Los Hoyos en Santiago de Cuba, vino al mundo un día como hoy 25 de junio, pero de 1841, Guillermo Moncada Veranes, uno de esos hombres que nació para ser gigantes, no sólo por su estatura, sino por su arrojo, honor, dignidad y méritos revolucionarios y de quien dijera José Martí: “Era alto en todo”
Guillermón como era llamado tenía 27
años cuando el alzamiento De La Demajagua, el 10 de octubre de 1868 y
dejó el oficio de carpintero, para incorporarse a las filas insurgentes
donde en poco tiempo ganó grados militares por su valentía.
Al terminar la Guerra de los Diez Años, Guillermón era Brigadier y había participado en más de un centenar de combates a las órdenes de Máximo Gómez y Antonio Maceo bajo cuyo mando se encontraba cuando se produjo el Pacto del Zanjón secundando al Titán de Bronce en la célebre Protesta de Baraguá, como uno de sus hombres de confianza.
La terminación de la Guerra de los Diez Años no fue para Moncada una tregua, pues en agosto de 1879 tomó las armas nuevamente al estallar la llamada Guerra Chiquita.
Fracasado ese movimiento Guillermón fue enviado a prisión en las Islas Baleares pertenecientes a España de donde regresó en 1886 para proseguir la actividad revolucionaria y por ello, cae preso nuevamente y es recluido por seis meses en el Cuartel Reina Mercedes, de Santiago de Cuba, que después en la seudo-república llevara su nombre.
Por sus méritos y experiencia militar, José Martí lo designó junto a Bartolomé Masó, para encabezar en 1895 el Movimiento Revolucionario en Oriente y bajo su mando, se produce el alzamiento armado del 24 de febrero de ese año en la región. Aunque muy enfermo de tuberculosis, Guillermón vuelve a la manigua y ese día ataca el poblado de Dos Caminos de San Luis, para proveerse de armas y municiones.
Pero la terrible enfermedad que lo minaba pudo más que la voluntad de este coloso de ébano y el 5 de abril de 1895, a poco más de un mes de iniciarse la Guerra Necesaria Guillermón Moncada dejó de existir, con su muerte la Revolución perdió a uno de sus más capaces jefes militares y la guerra a uno de sus más extraordinarios combatientes.
Al terminar la Guerra de los Diez Años, Guillermón era Brigadier y había participado en más de un centenar de combates a las órdenes de Máximo Gómez y Antonio Maceo bajo cuyo mando se encontraba cuando se produjo el Pacto del Zanjón secundando al Titán de Bronce en la célebre Protesta de Baraguá, como uno de sus hombres de confianza.
La terminación de la Guerra de los Diez Años no fue para Moncada una tregua, pues en agosto de 1879 tomó las armas nuevamente al estallar la llamada Guerra Chiquita.
Fracasado ese movimiento Guillermón fue enviado a prisión en las Islas Baleares pertenecientes a España de donde regresó en 1886 para proseguir la actividad revolucionaria y por ello, cae preso nuevamente y es recluido por seis meses en el Cuartel Reina Mercedes, de Santiago de Cuba, que después en la seudo-república llevara su nombre.
Por sus méritos y experiencia militar, José Martí lo designó junto a Bartolomé Masó, para encabezar en 1895 el Movimiento Revolucionario en Oriente y bajo su mando, se produce el alzamiento armado del 24 de febrero de ese año en la región. Aunque muy enfermo de tuberculosis, Guillermón vuelve a la manigua y ese día ataca el poblado de Dos Caminos de San Luis, para proveerse de armas y municiones.
Pero la terrible enfermedad que lo minaba pudo más que la voluntad de este coloso de ébano y el 5 de abril de 1895, a poco más de un mes de iniciarse la Guerra Necesaria Guillermón Moncada dejó de existir, con su muerte la Revolución perdió a uno de sus más capaces jefes militares y la guerra a uno de sus más extraordinarios combatientes.
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