Por Armando Fernández Martí
Santiago
de Cuba, 19 abr.— Para el pueblo de Cuba y para el imperialismo
norteamericano el 19 de abril de 1961 dejó de ser una fecha más en el
calendario, para convertirse en símbolo de la victoria para el primero y
en una pesadilla para el segundo.
La victoria alcanzada por Cuba en Playa
Girón el 19 de abril contra las fuerzas mercenarias que invadieron una
parte de su territorio, demostró que la invencibilidad del imperio
yanqui era un mito y que podía ser derrotado militarmente, si estaban
por medio la vergüenza, el honor y la dignidad de un pueblo defendiendo
su libertad y sus conquistas sociales.
La invasión a Cuba no fue
una aventura loca del imperio, sino un plan bien elaborado por la
Agencia Central de Inteligencia y el pentágono de Estados Unidos, con
detalles precisos de todo lo que había que hacer y cómo hacerlo.
La
Revolución había triunfado apenas tres años atrás y Cuba no era en esos
momentos un país con amplios recursos bélicos y los que poseían
comenzaban a ser sustituidos por armamentos procedentes de la Unión
Soviética y otras naciones del campo socialista, excepto la fuerza aérea
rebelde, que los aparatos de que disponía eran totalmente obsoletos y
de factura norteamericana.
No obstante, nuestro pueblo
revolucionario había comenzado a prepararse militarmente, creándose las
milicias obreras, campesinas y estudiantiles que junto al Ejército
Rebelde y el resto de las Fuerzas Armadas constituyeron un bastión para
la defensa dela Revolución, asumiendo en poco tiempo que estaban siendo
suministrados por la solidaridad de la URSS.
La voluntad de los
cubanos y la decisión de defender sus conquistas y libertad a toda costa
y costo, fue el detalle que le faltó al imperio yanqui en sus
siniestros planes de invadir a Cuba y derrotarla por la vía militar.
Pensaban incluso lo contrario y se engañaron la CIA y el Pentágono y lo
que es peor, engañaron a los MIL 500 mercenarios que integraban la
Brigada de Asalto 25-06 que fue lanzada sobre la Isla, convencidos de
que aquí serían recibidos como héroes y salvadores.
El resto de
la historia bien se conoce. En sólo 66 horas la brigada mercenaria fue
derrotada y echados por tierra los planes de la CIA y el sueño de los
gobernantes norteamericanos de derrocar a la Revolución y darle así a
América Latina una lección, para que no hubiese más intento de apartarse
de la democracia, al estilo MADE IN USA.
Tal como si fuera un
boomerang, la lección se la dio Cuba a Estados Unidos, América Latina y
al mundo, demostrándoles que no hay enemigo poderoso ni imposible de
vencer, cuando se quiere y se ama lo suyo y cuando se está dispuesto a
defenderlo hasta las últimas consecuencias.
La victoria del 19 de
abril de 1961 así lo ratifica y hace que hoy, 56 años después, Cuba
sigue siendo un ejemplo para el mundo y una pesadilla para el imperio
yanqui.
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