Plaza de la revolución

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jueves, 11 de agosto de 2016

Impulsan en Santiago de Cuba reproducción de ovinos de raza

Por Israel Hernández Planas

Santiago de Cuba, 11 ago.— Las ovejas Pelibuey son una especie ovina típica de regiones calurosas por lo que ha encontrado en nuestro país el medio idóneo para su reproducción. En Santiago de Cuba se intensifica la cría de este ganado ovino gracias a su popularidad entre los productores y a la labor de un singular centro genético para obtener ejemplares de pura raza.

Juan Manuel Rodríguez Balanza y Migdalia Márquez Chávez han pasado los últimos veinte años de su vida acompañados por el solitario sonido del mar. Valoran como pareja las vistas que son parte inseparables de su hogar pero no hay placer más grande para esta pareja que voltearse hacia las montañas de donde salen sus más grandes pasiones. El hogar de esta pareja permanece atestado de ovejos.

A unos cien kilómetros de Santiago de Cuba en la localidad de Peladero del municipio Guamá, estos productores han apostado por la raza pelibuey, la especie ovina más diseminada por el país y a la que se le atribuyen excelentes cualidades.

“Es un animal que sube fácil por todas las pendientes, resistente a las altas temperaturas y a las enfermedades. Además convierte fácil y en siete meses un animal puede alcanzar las 100 libras”, dice Juan Manuel.

De este modo Juan Manuel y Migdalia han logrado en su finca Vista Hermosa el primer centro genético para obtener  ovejas y sementales de pura raza y luego expandirlos por toda la geografía oriental. Todo ello teniendo la mejora genética como eslabón esencial.

“Hemos alcanzado un color uniforme en los animales, también erradicamos las malformaciones del lordosis, el prognatismo, eliminamos la lana, en fin, son mejoras genéticas en las que venimos trabajando por años”, expresa Juan Manuel.

El rebaño de Vista Hermosa agrupa unos 200 animales, destacan las 70 reproductoras certificadas y un semental de primer nivel, encargados de la reproducción de ejemplares de pura raza. Se han enfrentado aquí a las condiciones adversas de un sitio sin fuentes de agua cercanas, la falta de corriente para mecanizar el proceso del pasto y el asedio de los perros jíbaros, pero todo ello no ha podio con la voluntad de la pareja.

“El amor lo puede todo. Nos hemos empeñado en sacar adelante un rebaño de calidad y hoy estamos en condiciones de decir que lo logramos”, sentencia Migdalia.

Al terminar el día quedan atrás las largas horas de atención especializada al rebaño y Migdalia y Juan Manuel se toman un respiro frente al gran azul para repasar las tareas de mañana, y así seguir desarrollando su centro genético.

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