Santiago de Cuba, 20 feb.— “La Revolución no se detendrá, nada puede detener lo que está en el corazón y la conciencia de todos los cubanos”, expresa en una de sus partes el Primer Manifiesto del Movimiento 26 de Julio a la nación, emitido desde la Sierra Maestra, redactado por el Comandante en Jefe Fidel Castro y fechado el 20 de febrero de 1957, hace hoy 60 años.
La emisión del primer documento fue uno
de los principales acuerdos tomados en una reunión de la Dirección
Nacional del movimiento 26 de Julio, que se llevó a cabo el 17 de
febrero de 1957, poco después de terminada la entrevista que sostuvieran
en la finca de Epifanio Díaz, en pleno corazón de la Sierra Maestra, el
periodista Herbert L. Mattehws, reportero norteamericano del The New
York Times y el Comandante en Jefe Fidel Castro.
Además de Fidel participaron en la reunión Raúl Castro, Frank País, Celia Sánchez, Faustino Pérez, Armando Hart, Haydee Santamaría y Vilma Espín, como invitada. La misma se celebraba en los momentos en que a dictadura circulaba la noticia que Fidel y el destacamento guerrillero habían sido eliminados en la emboscada de Altos de Espinosa, el 12 de febrero a causa de la traición del guía Eutimio Guerra, vendido al ejército batistiano.
Y a propósito, comprobada fehacientemente la traición de Eutimio, increpado por Fidel y sus compañeros que varias veces estuvieron a punto de ser eliminados por su causa, en esa misma jornada del 17 de febrero de 1957, en medio de un fortísimo aguacero acompañado de una tormenta eléctrica, el traidor fue ajusticiado.
En la reunión de la Dirección Nacional del Movimiento 26 de Julio se tomaron otros importantes acuerdos que marcaron el final de una etapa de lucha para la guerrilla y el inicio de otra, entre ellos, el compromiso de Frank País de enviar hacia la Sierra Maestra en el menor tiempo posible, un importante refuerzo en hombres y armas, lo que le permitiría al ejército rebelde, integrado en esos momentos por unos 30 combatientes, ampliar su campo de acción y pasar a la ofensiva.
El Primer Manifiesto del 26 de Julio a la nación, fechado el 20 de febrero de 1957, proclamaba la necesaria verdad de que la guerrilla existía y combatía; asimismo, el documento fue una declaración de combate sin cuartel y sobre todo, un llamado abierto a la unión en esa lucha de todos los cubanos patriotas.
Aquel llamado de unidad pedido por el histórico documento ha mantenido su vigencia en todas las etapas de la Revolución hasta nuestros días y es, como expresara el General de Ejército Raúl Castro: “Nuestra más importante arma estratégica la que nos ha permitido llegar hasta aquí y continuar en el futuro perfeccionando el Socialismo”.
Además de Fidel participaron en la reunión Raúl Castro, Frank País, Celia Sánchez, Faustino Pérez, Armando Hart, Haydee Santamaría y Vilma Espín, como invitada. La misma se celebraba en los momentos en que a dictadura circulaba la noticia que Fidel y el destacamento guerrillero habían sido eliminados en la emboscada de Altos de Espinosa, el 12 de febrero a causa de la traición del guía Eutimio Guerra, vendido al ejército batistiano.
Y a propósito, comprobada fehacientemente la traición de Eutimio, increpado por Fidel y sus compañeros que varias veces estuvieron a punto de ser eliminados por su causa, en esa misma jornada del 17 de febrero de 1957, en medio de un fortísimo aguacero acompañado de una tormenta eléctrica, el traidor fue ajusticiado.
En la reunión de la Dirección Nacional del Movimiento 26 de Julio se tomaron otros importantes acuerdos que marcaron el final de una etapa de lucha para la guerrilla y el inicio de otra, entre ellos, el compromiso de Frank País de enviar hacia la Sierra Maestra en el menor tiempo posible, un importante refuerzo en hombres y armas, lo que le permitiría al ejército rebelde, integrado en esos momentos por unos 30 combatientes, ampliar su campo de acción y pasar a la ofensiva.
El Primer Manifiesto del 26 de Julio a la nación, fechado el 20 de febrero de 1957, proclamaba la necesaria verdad de que la guerrilla existía y combatía; asimismo, el documento fue una declaración de combate sin cuartel y sobre todo, un llamado abierto a la unión en esa lucha de todos los cubanos patriotas.
Aquel llamado de unidad pedido por el histórico documento ha mantenido su vigencia en todas las etapas de la Revolución hasta nuestros días y es, como expresara el General de Ejército Raúl Castro: “Nuestra más importante arma estratégica la que nos ha permitido llegar hasta aquí y continuar en el futuro perfeccionando el Socialismo”.
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