Por Miralis Despaigne Pineda
Palma Soriano, Santiago de Cuba, 4 nov.— Como reflejo de que el amor perdura, los cincuenta años de feliz unión matrimonial entre Gisela Pon Ibáñez y Pastor Fuentes del Toro fue celebrado en el Consejo Oscar Lucero en esta zona del Oriente de Cuba.
Palma Soriano, Santiago de Cuba, 4 nov.— Como reflejo de que el amor perdura, los cincuenta años de feliz unión matrimonial entre Gisela Pon Ibáñez y Pastor Fuentes del Toro fue celebrado en el Consejo Oscar Lucero en esta zona del Oriente de Cuba.
Irradiando felicidad desde su casa en la
calle 27 de diciembre entre Callamo y Cisneros, la pareja de estos dos
queridos ancianos se ha mantenido como referente para otras relaciones,
razones por las que al arribar a sus 5 décadas de casados, familiares y
vecinos decidieron celebrar la ocasión.
Allí mismo en su comunidad se armó la fiesta nupcial, en la que sin la presencia notarial afirmaron una vez más sus deseos de seguir siendo el uno para el otro.
Entre, música, bebidas, buffet y mucha alegría compartieron los allí presentes con la pareja, recordando lo que sucedió ese bello día en el que aseguran ambos se unieron para siempre.
Gisela es una palmera como muchas, dice que a pesar de dedicarse solo a atender la casa y los hijos, se siente una mujer realizada por el cariño y apoyo que siempre le ha profesado su esposo.
Pastor por su parte confiesa que ha trabajo muy duro para sostener la familia y ser hombre correcto que desechó siempre los vicios que destruyen a los hombres y las parejas.
Sus dos hijos y cinco nietos son el fruto de un hogar lleno de buenas costumbres y donde no ha faltado nunca el amor.
Hoy cuando pocas parejas optan por el matrimonio oficial, Bodas de Oro como la de Gisela y Pastor, se convierten en una evidencia de que con cariño, comprensión y amistad las uniones legales pueden ser lazos de amor para toda la vida.
Allí mismo en su comunidad se armó la fiesta nupcial, en la que sin la presencia notarial afirmaron una vez más sus deseos de seguir siendo el uno para el otro.
Entre, música, bebidas, buffet y mucha alegría compartieron los allí presentes con la pareja, recordando lo que sucedió ese bello día en el que aseguran ambos se unieron para siempre.
Gisela es una palmera como muchas, dice que a pesar de dedicarse solo a atender la casa y los hijos, se siente una mujer realizada por el cariño y apoyo que siempre le ha profesado su esposo.
Pastor por su parte confiesa que ha trabajo muy duro para sostener la familia y ser hombre correcto que desechó siempre los vicios que destruyen a los hombres y las parejas.
Sus dos hijos y cinco nietos son el fruto de un hogar lleno de buenas costumbres y donde no ha faltado nunca el amor.
Hoy cuando pocas parejas optan por el matrimonio oficial, Bodas de Oro como la de Gisela y Pastor, se convierten en una evidencia de que con cariño, comprensión y amistad las uniones legales pueden ser lazos de amor para toda la vida.
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