Por Armando Fernández Martí
Santiago de Cuba, 16 abr.— El 16 de abril de 1961, hace hoy 54 años, toda Cuba se puso en pie de guerra. El ataque a tres aeropuertos cubanos el día anterior alertaban sobre una agresión de envergadura, que ya navegaba rumbo a la isla.
Santiago de Cuba, 16 abr.— El 16 de abril de 1961, hace hoy 54 años, toda Cuba se puso en pie de guerra. El ataque a tres aeropuertos cubanos el día anterior alertaban sobre una agresión de envergadura, que ya navegaba rumbo a la isla.
A las tres de la tarde de ese día, del
Aula Magna de la Universidad de la Habana partía el cortejo fúnebre de
las siete víctimas del artero y traidor ataque aéreo. Un mar de pueblo
se volcó a las calles capitalinas vistiendo el uniforme de las milicias
para despedir a los muertos y acompañarlos hasta su última morada en la
necrópolis habanera.
En el cementerio capitalino los disparos de salvas indicaron el momento triste y sublime del enterramiento y la voz del poeta retumbó: “Cuando su cuerpo exánime baja / a la tierra que lo cubre ambiciosa / no digáis que reposa / su sangre numerosa junto a la patria queda”
El dolor de ese instante fue compartido por millones de cubanos a lo largo y ancho de la Isla, y millones de ojos derramaron lágrimas, más por la rabia que por la tristeza.
Minutos después en la explanada capitalina de 23 y 12, colmada de pueblo uniformado se escuchó la voz enardecida de Fidel: “Lo que no pueden perdonarnos los imperialistas es la dignidad, la entereza, el valor, la firmeza ideológica, el espíritu de sacrificio y el espíritu revolucionario del pueblo de Cuba (…) Y que hayamos hecho una Revolución Socialista en las propias narices de Estados Unidos”
Y más delante la voz del Comandante en Jefe ordenó: “Dispongámonos a salirle al frente al enemigo con el Himno Nacional, con el grito de Al Combate, con la convicción de que morir por la patria es vivir”
Unas horas después pasada la medianoche, los milicianos del Batallón 339 de Cienfuegos, eran los primeros en enfrentar a los mercenarios invasores y los primeros en inmolarse por el Socialismo al grito de Patria o Muerte.
Desde entonces en Cuba, cada 16 de abril es el Día del Miliciano en honor a aquellos y a todos los que ofrendaron sus vidas en las arenas de Girón durante la agresión imperialista.
En el cementerio capitalino los disparos de salvas indicaron el momento triste y sublime del enterramiento y la voz del poeta retumbó: “Cuando su cuerpo exánime baja / a la tierra que lo cubre ambiciosa / no digáis que reposa / su sangre numerosa junto a la patria queda”
El dolor de ese instante fue compartido por millones de cubanos a lo largo y ancho de la Isla, y millones de ojos derramaron lágrimas, más por la rabia que por la tristeza.
Minutos después en la explanada capitalina de 23 y 12, colmada de pueblo uniformado se escuchó la voz enardecida de Fidel: “Lo que no pueden perdonarnos los imperialistas es la dignidad, la entereza, el valor, la firmeza ideológica, el espíritu de sacrificio y el espíritu revolucionario del pueblo de Cuba (…) Y que hayamos hecho una Revolución Socialista en las propias narices de Estados Unidos”
Y más delante la voz del Comandante en Jefe ordenó: “Dispongámonos a salirle al frente al enemigo con el Himno Nacional, con el grito de Al Combate, con la convicción de que morir por la patria es vivir”
Unas horas después pasada la medianoche, los milicianos del Batallón 339 de Cienfuegos, eran los primeros en enfrentar a los mercenarios invasores y los primeros en inmolarse por el Socialismo al grito de Patria o Muerte.
Desde entonces en Cuba, cada 16 de abril es el Día del Miliciano en honor a aquellos y a todos los que ofrendaron sus vidas en las arenas de Girón durante la agresión imperialista.
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