Plaza de la revolución

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jueves, 30 de enero de 2014

Guardafronteras realizan esfuerzos conjuntos para la protección de la fauna marina

Por Israel Hernández Planas
 
Las Tropas Guardafronteras tienen entre sus principales misiones la custodia de las aguas nacionales y nuestros límites territoriales de la penetración de drogas o entradas y salidas ilegales del país. Sin embargo una arista de su perfil profesional radica en la protección de la fauna marina acción que ejecutan gracias a la colaboración de otras entidades. Intentan mantener despejada las áreas donde habitan o circulan  varias especies marinas importantes para los ecosistemas.

Por ello al  llegar a cualquier unidad de Tropas Guardafronteras  por lo general sus combatientes se encuentran siempre en constante actividad pese a la tranquilidad que circunda sus puntos de vigilancia.

Basta localizar con binoculares la zona de patrullaje y se divisará a los guardafronteras escudriñando celosamente cada metro de costa. Mientras  su búsqueda  sobre los dientes de perros avanza, desde lo alto, en puntos de observación,  otros vigilan hasta unas dos millas náuticas, en el gran azul. Suelen ser jornadas apacibles, sin nada interesante que observar para una persona común y corriente. Pero para los  avezados ojos de los vigilantes cada ola que llega a la costa, las rocas y los salientes son sitios potenciales para el recalo de drogas o para el avistamiento de pescadores que puedan incurrir en capturas ilegales de peces y quelonios.

Así lo explica el Teniente Yunier Aguilera Ávila, oficial del  Punto de Tropas Guardafronteras de la localidad de Sigua, en el parque Baconao. "Usted puede que no distinga nada a simple vista. Pero nunca será suficiente conformarse con que es rutina habitual ver pasar un bote. Hay que profundizar en las actividades de esa embarcación o en la de un buzo que emerge en determinado punto de la costa. Sólo así puede detectar cuando se está cometiendo una ilegalidad", explica el joven guardafrontera.

Pescar no es malo. Ha sido un medio de subsistencia durante siglos. Pero la  captura de especies en peligro de extinción  que luego serán comercializadas en el mercado ilegales un punto ha ido demarcándose como una actividad creciente. La  explotación ilegal y desordenada de las especies marinas ha hecho que este cuerpo perteneciente al Ministerio del Interior  junte sus esfuerzos con organismos como la Empresa Provincial de Protección de la Flora y la  fauna y el Ministerio de la Industria Alimentaria para  la protección de las especies marinas que habitan o se desplazan por las aguas territoriales de Santiago de Cuba.

"Hemos presentando un aumento en la captura de los quelonios  como la caguama, el tinglado y el carey. Estas tortugas se van haciendo cada día más de difícil avistamiento porque es que entran a poner sus huevos pero ahí mismo las capturan, de modo que hemos centrado los esfuerzos en ese sentido. Ponemos mayor énfasis en los pescadores submarinos por lo que hacemos visitas sorpresivas a los botes que se encuentran en las áreas clasificadas como de interés  para así poder ver que especies es la que han capturado", plantea Naomi Rodríguez de la Guardia,  Oficial Inspectora de Pesca perteneciente al Ministerio de la Industria Pesquera.

La captura con artes de pesca masivos como trasmallos que atentan incluso contra los especímenes de talla mínima es otro de los problemas que enfrentan a diario guardafronteras e inspectores.

A esto sumamos la lucha contra el mayor flagelo en el mundo criminal. Aunque los recalos de drogas son interceptados en su totalidad no es tarea fácil distinguir paquetes pequeños entre la inmensidad del mar o en las costas accidentadas. Sin embargo el punto de guardafronteras de Sigua, al igual que el resto en territorio santiaguero,  se encuentra bien preparado para ante las contingencias de penetración o avistamiento de drogas impedir su paso por territorio cubano. Habilidades que tienen desde los más experimentados hasta los que recién ingresaron al punto.

"Es gratificante asegurar una paca de droga y que no transite por nuestro territorio. El año pasado tuvimos la oportunidad de asegurar dos pacas, una de ellas en alta mar que es una experiencia un poco más compleja. Aguzamos los sentidos creo que más que otras personas que tienen otras ocupaciones. Podemos distinguir un motor en medio del sonido del mar o ver que es aquello que flota  entre las olas, es algo que me llena de mucho orgullo", dice el joven recluta Leudis Mendoza Arriete, guardafrontera del Punto TGF Sigua.

De modo que el constante vaivén  de las olas y lo apacible de los puntos de  Tropas Guardafronteras son elementos  que para los militares que lo habitan pasan de largo. Tan sólo les toca observar atentamente el  gran azul y realizar una y otra vez los trayectos de patrulla,  para que ni las drogas, ni los pescadores furtivos se regodeen en la impunidad.

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