Santiago de Cuba, 18 dic.— El 5 de diciembre de 1956, los 82 expedicionarios del yate Granma fueron sorprendidos por el ejército en el lugar conocido por Alegría de Pío entablándose un desigual combate donde tres de ellos resultaron muertos y los restantes 79 obligados a dispersarse hacia distintos puntos de esa zona sur oriental en pequeños grupos.
En el transcurso de los días algunos
expedicionarios fueron capturados y asesinados, otros hechos prisioneros
y enviados hacia Santiago de Cuba, unos pocos lograron escabullirse de
la zona y apenas una docena de combatientes organizados en tres grupos
prosiguieron a marcha con el objetivo de reiniciar la lucha.
Entre esos combatientes estaban los hermanos de sangre y de lucha Fidel y Raúl Castro Ruz, desconociendo ambos la suerte corrida por uno y otro, aunque los grupos que los dos comandaban se encontraban prácticamente marchando cerca en busca de la Sierra Maestra que era su objetivo principal.
No fue hasta el 18 de diciembre de 1956, trece días después de la dispersión de Alegría de Pío que Fidel y Raúl volvieron a reencontrarse en el lugar conocido por Cinco Palmas, en Purial de Vicana, donde en total se reunieron unos 12 expedicionarios que mantuvieron la fe en la causa emprendida más cuando el líder de la Revolución con solo siete armas y un grupito de hombres exclamó: ¡Ahora si ganamos la guerra!
Ese grupo de expedicionarios y algunos campesinos que se unieron con Fidel al frente, ascendieron el firme de la Sierra Maestra el 25 de diciembre, constituyendo el núcleo inicial del Ejército Rebelde. Desde entonces, los hermanos permanecieron combatiendo juntos hasta que a principios de marzo de 1958 Raúl, ya ascendido a Comandante, partió para constituir el día 11 de ese mes el Segundo Frente Oriental Frank País García.
Fidel y Raúl no se volvieron a ver nuevamente y fundirse en un abrazo hasta el 18 de diciembre de 1958, dos años exactos después del primer encuentro en Cinco Palmas, esta vez en el lugar conocido por la Rinconada, próximo a Jiguaní, donde se había instalado la Comandancia General del Ejército Rebelde para dirigir la Ofensiva Final contra la dictadura batistiana.
Sin embargo, el rencuentro de Fidel y Raúl en la Rinconada sería distinto al primero, porque aquellas siete armas y doce hombres de Cinco Palmas se habían convertido en un poderoso ejército del pueblo que estaba a punto ya de derrotar a la tiranía batistiana, que fue el sueño de aquellos que vinieron en el Granma y mantuvieron la fe en la victoria.
Entre esos combatientes estaban los hermanos de sangre y de lucha Fidel y Raúl Castro Ruz, desconociendo ambos la suerte corrida por uno y otro, aunque los grupos que los dos comandaban se encontraban prácticamente marchando cerca en busca de la Sierra Maestra que era su objetivo principal.
No fue hasta el 18 de diciembre de 1956, trece días después de la dispersión de Alegría de Pío que Fidel y Raúl volvieron a reencontrarse en el lugar conocido por Cinco Palmas, en Purial de Vicana, donde en total se reunieron unos 12 expedicionarios que mantuvieron la fe en la causa emprendida más cuando el líder de la Revolución con solo siete armas y un grupito de hombres exclamó: ¡Ahora si ganamos la guerra!
Ese grupo de expedicionarios y algunos campesinos que se unieron con Fidel al frente, ascendieron el firme de la Sierra Maestra el 25 de diciembre, constituyendo el núcleo inicial del Ejército Rebelde. Desde entonces, los hermanos permanecieron combatiendo juntos hasta que a principios de marzo de 1958 Raúl, ya ascendido a Comandante, partió para constituir el día 11 de ese mes el Segundo Frente Oriental Frank País García.
Fidel y Raúl no se volvieron a ver nuevamente y fundirse en un abrazo hasta el 18 de diciembre de 1958, dos años exactos después del primer encuentro en Cinco Palmas, esta vez en el lugar conocido por la Rinconada, próximo a Jiguaní, donde se había instalado la Comandancia General del Ejército Rebelde para dirigir la Ofensiva Final contra la dictadura batistiana.
Sin embargo, el rencuentro de Fidel y Raúl en la Rinconada sería distinto al primero, porque aquellas siete armas y doce hombres de Cinco Palmas se habían convertido en un poderoso ejército del pueblo que estaba a punto ya de derrotar a la tiranía batistiana, que fue el sueño de aquellos que vinieron en el Granma y mantuvieron la fe en la victoria.
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