Por Armando Fernández Martí
Santiago
de Cuba, 16 sep.— El 17 de septiembre de 1957, hace 60 años, cuando el
Ejército Rebelde llevaba ya más de diez meses operando en la Sierra
Maestra, tuvo lugar el primer combate de Pino del Agua, que conmocionó a
la opinión pública nacional.
Tropas guerrilleras de las Columnas 1 y 4
comandadas por Fidel y el Che, respectivamente, habían arribado a Pino
del Agua el 10 de septiembre, sin encontrar fuerzas enemigas en ese
lugar que era un pequeño caserío construido en los alrededores de un
aserradero, en el firme de la Sierra Maestra.
Sin embargo,
existía el convencimiento de que de alguna manera el ejército se
enteraría de la presencia allí de la guerrilla y trataría de
interceptarla, por lo que Fidel decidió continuar camino hacia la zona
de Chivirico, pero dejando en ese lugar a la Columna del Che y parte de
la suya, para tender una emboscada a las tropas enemigas.
Siete
días exactos permaneció la Columna dirigida por el Che emboscada en
espera del posible arribo del ejército, que se presentó en la zona el 17
de septiembre comenzando el combate bajo un torrencial aguacero, algo
que era habitual en las montañas de la Sierra Maestra.
Las
fuerzas de la tiranía que subían hacia Pino del Agua en cinco camiones,
fueron dispersadas rápidamente tras los primeros disparos, aunque hubo
momentos de tenaz resistencia por algunos soldados que se habían
pertrechado bajo los camiones y montes aledaños.
Pero el empuje
de la guerrilla en este caso fue superior, pudiendo vencer la
resistencia y logrando que los soldados huyeran loma abajo, dejando sus
pertrechos y avituallamientos, así como algunas armas importantes.
En
resumen, al ejército se le causó pocas bajas en este primer combate de
Pino del Agua, pero se logró capturar un buen número de armas que
sirvieron para reforzar al Ejército Rebelde, cuyo poder de combate se
acentuaba cada vez más en la Sierra Maestra, mientras que la tiranía no
pudo ocultar los resultados de este enfrentamiento, que fue conocido en
toda la nación, prestigiando a las fuerzas insurrectas.
A juicio
del Che, el primer combate de Pino del Agua fue un éxito
político-militar, pero mostró la necesidad de mejorar la preparación
combativa y disciplina de las tropas rebeldes, para proseguir su avance
victorioso hacia el triunfo definitivo, logrado poco más de quince meses
después.
Cinco meses después tendría lugar otro combate -mucho
más violento- en ese propio sitio. Pino del Agua sería escenario de otro
triunfo revolucionario. Volvería a entrar en la historia con olor a
barba guerrillera, a traje verde olivo y a victoria.
Hoy, sesenta
años después se recuerda el primer Combate de Pino del Agua como un
eslabón importante de ese triunfo revolucionario, que derrocó a la
tiranía, poco más de dos años después del desembarco de los
expedicionarios del Yate Granma y de constituirse el Ejército Rebelde.
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