Santiago de Cuba, 29 jun.— La proximidad del 30 de junio me ha hecho pensar en muchas cosas a propósito de los acontecimientos de los últimos días cuando el presidente de los Estados Unidos Donald Trump anuncia mantenernos bloqueados, cuando la mafia miamense se revuelve y una vez más preparan las maletas para volver.
Pero el 30 de junio me lleva como cubana
también a recordar aquellos jóvenes que en esta fecha en 1957
ofrendaron sus vidas justo por la libertad que hoy disfrutamos Salvador
Pascual, Floro Vistel y Josué País.
Cuba para entonces era todo un hervidero revolucionario desde la clandestinidad en las ciudades y en la Sierra con un ejército rebelde que acababa de propiciarle un duro golpe a la dictadura en el combate de Uvero.
Los batistianos con sicarios entrenados para matar, inescrupulosos mayoritariamente, querían aparentar tranquilidad y apoyo del pueblo, fue así que en Santiago que ya daba mucho que hablar en materia de noticias por la rebeldía constante y valentía de su pueblo organizaron un acto electoral en el parque Céspedes, hecho que el movimiento 26 de Julio decidió sabotear.
En varios comandos jóvenes clandestinos a toda costa trataron de ridiculizar la farsa, los acontecimientos no salieron como se había previsto y se desato una brutal persecución contra ellos, fue así que perdieron la vida Floro Emilio Vistel Somodevilla, Salvador Pascual Salcedo y Josué País García, el hermano pequeño de Frank.
Como jóvenes, los muchachos héroes tenían sus inclinaciones, cuentan que Salvador fue alegre, jaranero, dado a ser muy galante con las mujeres, excelente bailador, Floro aficionado al béisbol y al boxeo con una derecha respetable y Josué todo energía y también fiestero. Contra esa pureza juvenil, contra los sueños hermosos de una Patria libre se ensañó la dictadura.
Ese corrupto poderío que ante la pujanza de la Revolución y su triunfo corrió a socorrerse en los Estados Unidos y hoy esperan que Trump les facilite la visa para volver a conquistar a una Cuba inconquistable porque se fraguó desde la sangre cálida de jóvenes como aquellos que dejaron su último aliento en las calles de Santiago.
Cuba para entonces era todo un hervidero revolucionario desde la clandestinidad en las ciudades y en la Sierra con un ejército rebelde que acababa de propiciarle un duro golpe a la dictadura en el combate de Uvero.
Los batistianos con sicarios entrenados para matar, inescrupulosos mayoritariamente, querían aparentar tranquilidad y apoyo del pueblo, fue así que en Santiago que ya daba mucho que hablar en materia de noticias por la rebeldía constante y valentía de su pueblo organizaron un acto electoral en el parque Céspedes, hecho que el movimiento 26 de Julio decidió sabotear.
En varios comandos jóvenes clandestinos a toda costa trataron de ridiculizar la farsa, los acontecimientos no salieron como se había previsto y se desato una brutal persecución contra ellos, fue así que perdieron la vida Floro Emilio Vistel Somodevilla, Salvador Pascual Salcedo y Josué País García, el hermano pequeño de Frank.
Como jóvenes, los muchachos héroes tenían sus inclinaciones, cuentan que Salvador fue alegre, jaranero, dado a ser muy galante con las mujeres, excelente bailador, Floro aficionado al béisbol y al boxeo con una derecha respetable y Josué todo energía y también fiestero. Contra esa pureza juvenil, contra los sueños hermosos de una Patria libre se ensañó la dictadura.
Ese corrupto poderío que ante la pujanza de la Revolución y su triunfo corrió a socorrerse en los Estados Unidos y hoy esperan que Trump les facilite la visa para volver a conquistar a una Cuba inconquistable porque se fraguó desde la sangre cálida de jóvenes como aquellos que dejaron su último aliento en las calles de Santiago.
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