Santiago de Cuba, 10 mar.— Funesta fecha para los cubanos la del 10 de marzo de 1952 cuando el país amaneció gobernado por un tirano, que durante la madrugada había depuesto el presidente constitucional mediante un golpe de estado, implantando nuevamente en la isla un régimen totalitario al estilo nazi-fascista, que se extendió por seis años nueve meses y dieciocho días.
El autor de ese golpe fue Fulgencio
Batista, un ex general de triste recordación para los cubanos quien
agazapado entre las sombras en la madrugada de ese día penetró en el
cuartel militar de Columbia, secundado por una camarilla golpista,
combinación de lobo y chacal, que arruinó la República sumiéndola en un
caos político, social y económico, sembrándola de cadáveres en toda su
extensión.
Con ese madrugonazo como fue también llamado el traidor golpe de estado del 10 de marzo de 1952, Batista yuguló la voluntad popular, hizo trizas la Constitución, convirtió los poderes legislativo y judicial en instrumentos dóciles de su gobierno y se burló grotescamente de todas las fuerzas que los cubanos de buena voluntad hicieron para tener un país democrático o al menos que así pudiera llamarse.
No era la primera vez que Fulgencio Batista se adueñaba del poder en Cuba. De un oscuro sargento telegrafista que era, emergió como Coronel en una revuelta de los sargentos declarándose como hombre fuerte del ejército sobre la base de una traición a los que encabezaron ese movimiento cuyo objetivo era solo el de reivindicaciones salariales.
Ya convertido en General y hombre fuerte del imperialismo norteamericano en la isla, Batista encabezó otro golpe militar el 15 de enero de 1934 que derrocó al llamado Gobierno de los Cien Días, solo por el hecho de que este había intervenido la Compañía Cubana de Electricidad subsidiaria de un consorcio yanqui.
Al momento de producirse el golpe de estado del 10 de marzo de 1952 Fulgencio Batista era Senador de la República y se había postulado para presidente, por el Partido Acción Democrática en las elecciones que tendrían lugar en noviembre de ese mismo año donde no tenía la menor posibilidad de ser electo como mandatario. De ahí su madrugonazo.
El 13 de marzo de 1952, tres días después del artero madrugonazo circulaba clandestinamente un artículo del Doctor Fidel Castro Ruz donde señalaba: “!Revolución no, zarpazo! ¡patriotas no, liberticidas, usurpadores, retrógrados, aventureros sedientos de oro y poder!
Cubanos, hay tiranos otra vez, pero habrá otra vez Mellas, Trejos, y Guiteras. Hay opresión en la patria, pero habrá algún día otra vez, libertad”.
Con su golpe de estado del 10 de marzo de 1952, hace hoy 65 años, el tirano Fulgencio Batista no pudo imaginar que su zarpazo abriría las puertas a una revolución, que lo derrocaría ya para siempre seis años, 9 meses y 18 días después, el primero de enero de 1959.
Con ese madrugonazo como fue también llamado el traidor golpe de estado del 10 de marzo de 1952, Batista yuguló la voluntad popular, hizo trizas la Constitución, convirtió los poderes legislativo y judicial en instrumentos dóciles de su gobierno y se burló grotescamente de todas las fuerzas que los cubanos de buena voluntad hicieron para tener un país democrático o al menos que así pudiera llamarse.
No era la primera vez que Fulgencio Batista se adueñaba del poder en Cuba. De un oscuro sargento telegrafista que era, emergió como Coronel en una revuelta de los sargentos declarándose como hombre fuerte del ejército sobre la base de una traición a los que encabezaron ese movimiento cuyo objetivo era solo el de reivindicaciones salariales.
Ya convertido en General y hombre fuerte del imperialismo norteamericano en la isla, Batista encabezó otro golpe militar el 15 de enero de 1934 que derrocó al llamado Gobierno de los Cien Días, solo por el hecho de que este había intervenido la Compañía Cubana de Electricidad subsidiaria de un consorcio yanqui.
Al momento de producirse el golpe de estado del 10 de marzo de 1952 Fulgencio Batista era Senador de la República y se había postulado para presidente, por el Partido Acción Democrática en las elecciones que tendrían lugar en noviembre de ese mismo año donde no tenía la menor posibilidad de ser electo como mandatario. De ahí su madrugonazo.
El 13 de marzo de 1952, tres días después del artero madrugonazo circulaba clandestinamente un artículo del Doctor Fidel Castro Ruz donde señalaba: “!Revolución no, zarpazo! ¡patriotas no, liberticidas, usurpadores, retrógrados, aventureros sedientos de oro y poder!
Cubanos, hay tiranos otra vez, pero habrá otra vez Mellas, Trejos, y Guiteras. Hay opresión en la patria, pero habrá algún día otra vez, libertad”.
Con su golpe de estado del 10 de marzo de 1952, hace hoy 65 años, el tirano Fulgencio Batista no pudo imaginar que su zarpazo abriría las puertas a una revolución, que lo derrocaría ya para siempre seis años, 9 meses y 18 días después, el primero de enero de 1959.
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