Santiago de Cuba, 24 ago.— Para España y para los criollos que se plegaron al ominoso Pacto del Zanjón, el estallido de la llamada Guerra Chiquita, el 24 de agosto de 1879, constituyó un duro golpe para las aspiraciones de hacer abortar la Revolución independentista iniciada el 10 de octubre de 1878 en La Demajagua.
Ya en los Mangos de Baraguá el 15 de
marzo de 1879, el general Antonio Maceo había dejado claro a los
colonialistas que en Cuba no habría paz sin la independencia por la que
se había luchado y derramado tanta sangre durante diez largos años y el
inicio de la Guerra Chiquita era la confirmación absoluta de ese
propósito.
Sin embargo, no fue ese un movimiento que mostró solidez, incluso antes de estallar el 24 de agosto de 1879, pues existían elementos divisorios en las filas revolucionarias, sobre todo, entre la emigración y la isla, particularmente en las regiones central y oriental, que no estaban de acuerdo con el nombramiento de Calixto García como Jefe de la insurrección en lugar de Antonio Maceo.
No obstante, en la noche del 24 de agosto de 1879 se volvió a escuchar el grito de independencia en los campos de Cuba, aunque no de forma simultánea en toda la isla, lo que le restó fuerzas desde el mismo principio de las acciones.
Entre los factores que incidieron en esa inestabilidad mostrada por la Guerra Chiquita pueden citarse la no presencia en la isla de algunas figuras claves como los propios Antonio Maceo y Calixto García (quien no se encontraba en ese momento en la isla, sino que llegaría después con una invasión); el no apoyo de Máximo Gómez al movimiento; la división entre el Oriente y el Occidente del país y algunos rasgos racistas que aparecieron instigados por los autonomistas que tildaron esa guerra como una revuelta de negros ambiciosos.
Todo ello permitió que el Ejército Español concentrara sus acciones sobre la región oriental, donde cada vez resultaba más difícil a los cubanos mantenerse sobre las armas, no obstante la llegada de una expedición encabezada por Calixto García quien se puso al frente del movimiento, pero no pudo articularlo suficientemente para enfrentar al colonialismo español.
Pero lo más significativo de la Guerra Chiquita iniciada el 24 de febrero de 1879, hace 137 años, fue la experiencia que de sus avatares pudo sacar José Martí, para la epopeya revolucionaria que tendría lugar dieciséis años después con el reinicio de la Guerra Necesaria el 24 de febrero de 1895.
Sin embargo, no fue ese un movimiento que mostró solidez, incluso antes de estallar el 24 de agosto de 1879, pues existían elementos divisorios en las filas revolucionarias, sobre todo, entre la emigración y la isla, particularmente en las regiones central y oriental, que no estaban de acuerdo con el nombramiento de Calixto García como Jefe de la insurrección en lugar de Antonio Maceo.
No obstante, en la noche del 24 de agosto de 1879 se volvió a escuchar el grito de independencia en los campos de Cuba, aunque no de forma simultánea en toda la isla, lo que le restó fuerzas desde el mismo principio de las acciones.
Entre los factores que incidieron en esa inestabilidad mostrada por la Guerra Chiquita pueden citarse la no presencia en la isla de algunas figuras claves como los propios Antonio Maceo y Calixto García (quien no se encontraba en ese momento en la isla, sino que llegaría después con una invasión); el no apoyo de Máximo Gómez al movimiento; la división entre el Oriente y el Occidente del país y algunos rasgos racistas que aparecieron instigados por los autonomistas que tildaron esa guerra como una revuelta de negros ambiciosos.
Todo ello permitió que el Ejército Español concentrara sus acciones sobre la región oriental, donde cada vez resultaba más difícil a los cubanos mantenerse sobre las armas, no obstante la llegada de una expedición encabezada por Calixto García quien se puso al frente del movimiento, pero no pudo articularlo suficientemente para enfrentar al colonialismo español.
Pero lo más significativo de la Guerra Chiquita iniciada el 24 de febrero de 1879, hace 137 años, fue la experiencia que de sus avatares pudo sacar José Martí, para la epopeya revolucionaria que tendría lugar dieciséis años después con el reinicio de la Guerra Necesaria el 24 de febrero de 1895.
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