Por José Raúl Castillo Argüelles
Santiago de Cuba, 24 nov.— Sin duda alguna Cuba presentó un equipo de alto vuelo competitivo en el torneo de béisbol de los XXII Juegos Centroamericanos y del Caribe, Veracruz 2014, capaz de sobresalir por sus innegables potencialidades en las áreas de bateo, pitcheo y defensa; a las que sumó una gran velocidad en las bases, la posibilidad de asumir con solvencia la exigencias del juego táctico y avanzar -de ser necesario- por el cauce del denominado ¨juego chiquito¨.
Santiago de Cuba, 24 nov.— Sin duda alguna Cuba presentó un equipo de alto vuelo competitivo en el torneo de béisbol de los XXII Juegos Centroamericanos y del Caribe, Veracruz 2014, capaz de sobresalir por sus innegables potencialidades en las áreas de bateo, pitcheo y defensa; a las que sumó una gran velocidad en las bases, la posibilidad de asumir con solvencia la exigencias del juego táctico y avanzar -de ser necesario- por el cauce del denominado ¨juego chiquito¨.
El desempeño logrado se correspondió con
estos atributos y resultó contundente: un paso categórico en la fase
preliminar y un remate de altura en el cruce y en la final para
convertir en realidad la vuelta al trono del beisbol en la región de
Centroamérica y el Caribe, luego de la ausencia en Mayagüez 2010.
Sin embargo, a fuer de juiciosos, debemos reconocer que nuestra armada fue la mejor posible en los momentos actuales; más allá de algunos casos puntuales que, como siempre ocurre, generaron polémica.
La presencia de los hombres encartados en el beisbol japonés, casi sin sacarse el polvo del camino (Yulieski, Despaigne, Cepeda y Mendoza), ilustra claramente esa realidad; los técnicos no hicieron concesión alguna en el empeño de utilizar a las mejores cartas posibles y desdeñaron la posibilidad de someter al test internacional a algunos jóvenes valores que bien podrían haber suplantado a las nombres de marras.
No es el caso de las representaciones que llevaron otras potencias del área; dígase República Dominicana, Puerto Rico, Venezuela y México; cuyo arsenal estuvo muy lejos de un uso exhaustivo.
Por esa razón, sin dejar de paladear las mieles de la victoria, es razonable esquivar la vuelta festinada al triunfalismo sino, por el contrario, hacer una lectura objetiva que nos mantenga en alerta y a modo de resorte nos movilice a poner cada vez mayor acento en el trabajo, convencidos de que los retos del futuro serán mucho mayores.
Aquí les dejo las estadísticas colectivas de Veracruz 2014 que muestran el claro predominio del equipo cubano en todos los órdenes y explican su impetuoso avance hacia lo más alto del podio de premiación.
Sin embargo, a fuer de juiciosos, debemos reconocer que nuestra armada fue la mejor posible en los momentos actuales; más allá de algunos casos puntuales que, como siempre ocurre, generaron polémica.
La presencia de los hombres encartados en el beisbol japonés, casi sin sacarse el polvo del camino (Yulieski, Despaigne, Cepeda y Mendoza), ilustra claramente esa realidad; los técnicos no hicieron concesión alguna en el empeño de utilizar a las mejores cartas posibles y desdeñaron la posibilidad de someter al test internacional a algunos jóvenes valores que bien podrían haber suplantado a las nombres de marras.
No es el caso de las representaciones que llevaron otras potencias del área; dígase República Dominicana, Puerto Rico, Venezuela y México; cuyo arsenal estuvo muy lejos de un uso exhaustivo.
Por esa razón, sin dejar de paladear las mieles de la victoria, es razonable esquivar la vuelta festinada al triunfalismo sino, por el contrario, hacer una lectura objetiva que nos mantenga en alerta y a modo de resorte nos movilice a poner cada vez mayor acento en el trabajo, convencidos de que los retos del futuro serán mucho mayores.
Aquí les dejo las estadísticas colectivas de Veracruz 2014 que muestran el claro predominio del equipo cubano en todos los órdenes y explican su impetuoso avance hacia lo más alto del podio de premiación.
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