Por José Raúl Castillo ArgüellesSantiago de Cuba, 14 sep.—Estamos a las puertas de la 54 Serie Nacional y ya la ansiedad comienza a manifestarse entre los seguidores de este deporte, que son muchos en nuestro país. Para Santiago de Cuba la espera está llena de esperanzas porque tras el abrupto retroceso en las últimas temporadas, hubo al menos señales alentadoras en la más reciente edición del principal torneo cubano cuando las Avispas lograron regresar a los play-off, aunque a la postre quedaron lejos del podio de premiación.
Esta vez los ecos del reciente torneo
sub-23 años en el que la representación local desplegó una excelente
actuación en la fase preliminar -luego algo devaluada en semifinales-
mostró que hay sangre nueva para insuflar briós a la tropa rojinegra,
sobre todo en el área de pitcheo que fue un renglón que dominaron en la
justa.
No hay dudas que las exigencias serán mucho mayores para el cuerpo de lanzadores en el torneo que se avecina; sin embargo la deplorable situación que presentó el cuerpo monticular santiaguero hace unos años ha venido experimentando mejoras paulatinas y comporta una dosis de optimismo.
A la hora de evaluar la merma sufrida en el rendimiento del equipo sub-23 en la fase semifinal hay que tomar nota de los problemas en la defensa como una de las causas principales de su estancamiento, factor que también había gravitado negativamente en preliminares, pero sin producir las consecuencias que tuvieron que encararse en el segmento semifinal.
Si bien muchos de los lanzadores del sub-23 tendrán una buena cuota de responsabilidad en el próximo torneo de mayores, en lo que atañe a la defensa la titularidad en cada una de las posiciones no recaerá en su gran mayoría en los jóvenes valores sino en figuras establecidas y de probadas habilidades guante en mano; lo que hace menos alarmante el saldo de la tropa que comandó Alberto Aguilera.
La ofensiva, aunque algo menguada en años recientes, no parece insuficiente para avanzar en pos del objetivo de la clasificación para la postemporada porque artilleros del calibre de Alexei Bell, Reutilio Hurtado, Héctor Olivera, Edilse Silva (muy reanimado en esta temporada) y el enmascarado Andrés Reyna (ha demostrado que sin ser bateador de poder es muy consistente en el ataque) le aportan un nada despreciable poder de fuego a las Avispas.
Por estas razones es lógico esperar que el legendario estandarte del equipo de Santiago de Cuba pueda volver a flamear en el pabellón de los ocho mejores del país y esta vez logre avanzar más en dirección al anhelado podio de premiación.
La batalla será dura y hay que salir a ganarla desde el primer día, ya se sabe que la estructura actual no da márgenes para reaccciones tardías.
Ese espíritu indispensable de combate se pondrá a prueba muy temprano porque tras el debut en su cuartel general del Guillermón Moncada frente a Guantánamo los rojinegros emprenderán una gira que los llevará al Latinoamericano para coprotagonizar otra versión del clásico nacional ante Industriales y acto seguido completar el periplo por tierras de Mayabeque y Holguín.
Por eso no debe de faltar desde el mismo comienzo nuestro voto de confianza al aguerrido equipo, manifestado en un cálido respaldo que les insufle el fervor necesario para emprender ese largo y difícil camino.
No hay dudas que las exigencias serán mucho mayores para el cuerpo de lanzadores en el torneo que se avecina; sin embargo la deplorable situación que presentó el cuerpo monticular santiaguero hace unos años ha venido experimentando mejoras paulatinas y comporta una dosis de optimismo.
A la hora de evaluar la merma sufrida en el rendimiento del equipo sub-23 en la fase semifinal hay que tomar nota de los problemas en la defensa como una de las causas principales de su estancamiento, factor que también había gravitado negativamente en preliminares, pero sin producir las consecuencias que tuvieron que encararse en el segmento semifinal.
Si bien muchos de los lanzadores del sub-23 tendrán una buena cuota de responsabilidad en el próximo torneo de mayores, en lo que atañe a la defensa la titularidad en cada una de las posiciones no recaerá en su gran mayoría en los jóvenes valores sino en figuras establecidas y de probadas habilidades guante en mano; lo que hace menos alarmante el saldo de la tropa que comandó Alberto Aguilera.
La ofensiva, aunque algo menguada en años recientes, no parece insuficiente para avanzar en pos del objetivo de la clasificación para la postemporada porque artilleros del calibre de Alexei Bell, Reutilio Hurtado, Héctor Olivera, Edilse Silva (muy reanimado en esta temporada) y el enmascarado Andrés Reyna (ha demostrado que sin ser bateador de poder es muy consistente en el ataque) le aportan un nada despreciable poder de fuego a las Avispas.
Por estas razones es lógico esperar que el legendario estandarte del equipo de Santiago de Cuba pueda volver a flamear en el pabellón de los ocho mejores del país y esta vez logre avanzar más en dirección al anhelado podio de premiación.
La batalla será dura y hay que salir a ganarla desde el primer día, ya se sabe que la estructura actual no da márgenes para reaccciones tardías.
Ese espíritu indispensable de combate se pondrá a prueba muy temprano porque tras el debut en su cuartel general del Guillermón Moncada frente a Guantánamo los rojinegros emprenderán una gira que los llevará al Latinoamericano para coprotagonizar otra versión del clásico nacional ante Industriales y acto seguido completar el periplo por tierras de Mayabeque y Holguín.
Por eso no debe de faltar desde el mismo comienzo nuestro voto de confianza al aguerrido equipo, manifestado en un cálido respaldo que les insufle el fervor necesario para emprender ese largo y difícil camino.
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