Plaza de la revolución

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sábado, 28 de julio de 2012

Eterno triburto a Frank y a los mártires

Autor : Adis López González

De una familia de profundos valores éticos y una tierra de enraizada tradición patriótica provenía él, para quien los adjetivos se hacen insuficientes en la tentativa de describir cuánto de este valioso hombre intentaron arrebatarnos.

Moral y pureza pocas veces conocidas, en un noble espíritu de justicia que hallaba máxima expresión en excepcionales aptitudes de dirigente.

Su capacidad de organización, acción y pensamiento han sido justamente valoradas por cuantos lo conocieron.

En medio de la disciplina y el rigor, una infinita sensibilidad hacía brotar en él lo de poeta mostrando humanismo aún más admirable.

Sí, porque era el mismo joven quien exigía el primer y sagrado lugar de la Patria, el que también confiesa el dolor eterno, llorando la ausencia y sus penas

sordas en aquel poema a su hermano Josué.

Justo por eso, aquel 30 de julio no hizo falta convocatoria. Sus asesinos jamás imaginaron que en lugar de desaparecerlo, inmortalizaban entonces la

integridad y el ejemplo.

Hicieron que jamás dejara de estar en Santiago, y el pueblo demostró que Frank se había diseminado, vivía en cada uno de estos que tomaron las calles

para hacer temblar a la propia muerte, espantar cualquier miedo y demostrar que aquellas líneas del poema son más que una convicción:

Hay muertos que, aunque muertos, no están en sus entierros;
¡Hay muertos que no caben en las tumbas cerradas
y las rompen, y salen, con los cuchillos de sus huesos,
para seguir guerreando en la batalla…!
¡Únicamente entierran los muertos a sus muertos!
¡Pero jamás los entierra la patria!
¡La Patria viva, eterna, no entierra nunca a sus propias entrañas…!
Esto hacemos cada día de los mártires, rendir tributo, reanudar el compromiso con las entrañas de la Patria.




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