Autor : Bárbara Aroche Cuadro
Santiago de Cuba se caracteriza por ser una ciudad calurosa, por lo que
muchas mujeres nos vemos en la necesidad de usar los preciosos abanicos
que bien sirven para dar aire y para tenerlos como elemento decorativo.
El
origen de este aditamento femenino tan común y especial es incierto y
se pierde en el tiempo. Podría afirmarse que se remonta a épocas
prehistóricas cuando el hombre descubre el fuego y lo empleaba para
avivar las brasas.
Se tiene conocimiento de que los abanicos
fueron empleados por egipcios, babilónicos, persas, griegos y romanos, y
que utilizaban este elemento en las representaciones artísticas de sus
pueblos.
En épocas pasadas, las damas de sociedad los usaban para
conquistar o rechazar a sus conquistadores, pues en dependencia de la
posición en que se ubicara y la manera de cerrarlo o abrirlo, así era lo
que querían transmitir.
Su fabricación es delicada ya que se le
incorporan ribetes artísticos y materiales de calidad. Algunos abanicos
artesanales son considerados como piezas únicas y constituyen un
componente decorativo cuyo toque los distingue donde se exhiben. Existen
abanicos de tela, de cartón, de madera, siendo las combinaciones
posibles prácticamente inagotables.
Las santiagueras, por
ejemplo, lo llevamos como apéndice indispensable en nuestras carteras, y
cada vez que el sol nos acaricie allí estará este hermoso atuendo para
calmar el sofocante calor y a la vez, ofrecer un toque de distinción y
femeneidad.
Lo cierto es que el abanico fue y será un instrumento
necesario, útil y de adorno que muchas féminas agradecemos, más en este
verano en que las temperaturas en la ciudad de Santiago de Cuba han
llegado hasta los 37 grados Celsius.
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