Que aproximadamente el 71 por ciento de la superficie terrestre esté cubierta de agua y sólo el dos por ciento sea potable, justifica una imprescindible y necesaria razón: conservarla y cuidarla.
Aún cuando este recurso sea renovable además, y esencial para la vida, para millones de personas en el mundo es escasa, unas veces por la falta de precipitaciones y otras por contaminación.
Entonces cabría preguntarse, de qué valen los ingentes esfuerzos que realizan muchos hombres en algunos países para proteger el agua si no todas las naciones marchan a la par en este quehacer.
En este sentido Cuba da acertados pasos para garantizarle a la población el acceso al agua potable. Y son significativas también las labores de rehabilitación y repoblación de cuencas hidrográficas y áreas forestales.
La celebración cada 22 de marzo del Día Mundial del Agua tiene el propósito de que cada uno concientice en la necesidad de proteger esta fórmula mágica de la naturaleza, compuesta por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno, que constituye fuente de vida.
Es un asunto urgente de desarrollo humano y yo diría que hasta de dignidad humana, ordenar los recursos hídricos, aprovecharlos mejor, sanear, educar y fortalecer la participación de todos. Sólo así daríamos verdaderos pasos en el propósito de garantizar una gestión sostenible, eficaz, eficiente y equitativa del recuso agua, es decir, agua limpia y hábitats acuáticos sustentables.
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