La alegría invade todo el entorno. Este ambiente dice del regocijo de un pueblo en Revolución: se unen pasado, presente y futuro, un coexistir que nos da el compromiso de un mundo mejor.
Por María Elena López Jiménez
Santiago de Cuba, 26 dic.— Los aires de fin de año movilizan a cada santiaguero, la ciudad anda de feria en calles y parques; la jornada del día es de preparativos, limpieza de los hogares, elaboración de alimentos y renuevo de enseres para ya en la noche la reunión familiar y de amigos alrededor de la mesa hogareña o en cualquier sitio recapitula hornadas de esfuerzos; los deseos de paz, salud y bienestar se aglomeran tanto en lo colectivo como en lo individual. Luego el solidario intercambio de platos tradicionales, dígase el congrí, el puerco asado, la hayaca, tostones, plátanos fritos, buñuelos de malanga, yuca con mojo y la ensalada muy común, la lechuga y el tomate. ¿Y por qué no?, los dulces criollos que se pueden adquirir en cualquier mercado o de forma casera, casco de toronja, naranja agria, papaya, turrones de maní o cucurucho de coco.
La música contagia a pobladores y visitantes, muchos comparan el ambiente con los días carnavalescos, aunque en otro contexto emocional por lo navideño que incluyen Noche Buena, Pascua, Noche Vieja o 31 y primero de enero dígase, Año Nuevo. Lo autóctono toma la palabra con nuestros rituales, comidas, frutas y modos de buen hacer.
El pasado se une al presente en la vida urbana y en la campiña: voy a referirme concretamente al 1958, año decisivo para el triunfo de las ideas y de las acciones del Ejército Rebelde en contra de la dictadura de Fulgencio Batista; muchos poblados ya estaban liberados y otros a punto de concluir la batalla como Santiago de Cuba, ciudad en lucha clandestina rodeada por el Segundo Frente Frank País, dirigido por Raúl Castro y el Tercero, Mario Muñoz Monroe con Juan Almeyda Bosque, y guiando, el Comandante en Jefe, Fidel con la Columna Uno, José Martí, que se acercaba con pasos firmes a la victoria, resumida el primero de enero 1959. Un preludio decembrino de un pueblo en transformación.
Y ya marchamos por el aniversario 60. Así de seguro.
La historia robustece: “el Primer Frente José Martí y el Ejército Rebelde comenzó el 2 de diciembre de 1956, cuando 82 expedicionarios del yate Granma desembarcaron en las costas cubanas en las más adversas condiciones. Aquel día se reinició la insurrección armada popular, que había sido pausada tras las acciones del 26 de julio de 1953, el ideario guerrillero para esta nueva etapa fue descrito por Fidel luego del triunfo, ”cuando nosotros llegamos ya llevábamos la idea de desarrollar una guerra irregular, una guerra de guerrillas en las montañas de Oriente”.
Una marca indeleble en el devenir de los acontecimientos manifestados en las noticias: “En vísperas del fin de año de 1958, fuerzas del Ejército Rebelde dirigidas por el Comandante en Jefe Fidel Castro cercaron a Santiago de Cuba en una rápida campaña que permitió la toma de Bayamo, Guisa, Jiguaní, Baire, Contramaestre, Palma Soriano, El Cobre y otros territorios, aunque en las pocas horas que faltaban para la liberación de la ciudad ocurrirían acontecimientos que cambiarían la historia de la nación”.
Todo estaba previsto ante cualquier reacción de la junta militar batistiana y desde Palma Soriano se levantó la voz de Fidel, quien revalidó la apremiante acción para neutralizar la maniobra con la toma inmediata de Santiago de Cuba: “Cualesquiera que sean las noticias procedentes de la capital, nuestras tropas no deben hacer alto al fuego por ningún concepto. También llamaría a la huelga nacional bajo la consigna de “¡Revolución, sí; golpe militar, no!”.
La ofensiva aconteció en todos los territorios tanto en el resto de oriente como en centro y el occidente pero la entonces capital oriental protagonizó su rol en el devenir de la nación. Una frase abarca la trayectoria independentista desde 1868, que nuestro Comandante invicto la definió en el balcón del ayuntamiento frente al parque Céspedes: “Ahora sí los mambises entraron a Santiago”.
Y estas memorias habitan en los días finales de 2018, razones para el regocijo de todos los cubanos y en particular los hijos de la Ciudad Héroe de la República de Cuba. Salvaguarda de historia y tradiciones de quienes habitamos esta parte del planeta.
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