Plaza de la revolución

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martes, 14 de julio de 2015

Vivir de la tierra


vivir de la tierraPor Rogelio Ramos Domínguez

Santiago de Cuba, 14 jul.— ¿Se puede vivir de la tierra en Cuba trabajando de sol a sol, sembrando, arando? ¿Se puede levantar vivienda y alimentar a los suyos? David López Calzado tiene respuesta, este campesino de Songo - La Maya pertenece a la CCS Frank País ubicada en Peladero y no solo produce para su pueblo, gana miles de pesos alejado de las grandes urbes. Le visitamos:
"Yo tenía una carpintería", me dijo, "pero la desarmé porque había muchos problemas con la madera, luego  compré el tractor y en el 2008 me dieron esta finca" Lo dice desde Carsterbí, un territorio a unos 17 kilómetros de La Maya.

Nos hemos movido hasta su casa en su tractor, maneja David, otro, porque el padre y su hermano llevan el mismo nombre y los del barrio les llaman los Davices, son de la Güira, Matahambre,  pero se han instalado ahí.

Atravesamos caminos llenos de fango, con enormes charcos que dificultan  el paso, la ruedas del tractor disparan hacia atrás trozos de barro, nos reímos un poco, somos un grupo de  periodistas y fotógrafos que vamos a visitar el milagro de una pequeña finca que antes fue solo maleza y hoy produce un cuarto de millón de pesos para la familia.
vivir de la tierra
La casa es toda de madera y techo de fibrocemento, hay corrales de puercos hechos de acero, una caseta aledaña donde descansa una cosechadora de frijoles.¨

Esa la hice yo mismo, dice David que ya se ha quitado la camisa pero no la funda del machete ni el celular.¨ Con eso recojo mis frijoles y luego los de otros campesinos que me pagan con maíz.

Hay un motor Casterpila tirado casi en una de las pendientes, la casa está situada a mitad de una montaña: "Con eso aserraba aquí toda la madera", nos dice y pasa a mostrar otros de los inventos que ha hecho. Van desde arados hasta instrumentos de carpintería.

"Marabú, se llama la finca, era  marabú por todos lados y lo fuimos arrancando poco a poco hasta que logramos sembrarla, hoy tengo nueve cultivos: calabaza, ñame, yuca, dos tipos de frijol, dos variedades de plátano y papaya".

David se mueve con orgullo por el pequeño patio en el que las gallinas y los patos se reparten espacio, dos niños dan vueltas con sus bicicletas chinas y los  vecinos acuden a ayudarlo, el hombre escoge uno de los puercos y dice que lo maten, en pocos minutos el animal es escaldado sobre una mesa, mientras hablamos.

"Aquí trabajamos mi hermano, mi papá, un amigo de siempre  y la familia" se refiere a su esposa que es maestra, un pequeño y su hija que estudia medicina en Santiago de Cuba: "La niña está en tercer año¨, dice,¨ pero cuando viene se pega con nosotros".

Como hecho a propósito suena su celular y es la muchacha, sabe que estaríamos en esa jornada y quiere conocer cómo anda todo. David graba la conversación en su cell y luego nos deja escuchar, se nota una familia feliz ."Le  compré una computadora", nos dice, le pregunto cómo y arremete: "Con mi plata", y su celular, "me da pa eso".
vivir de la tierra
Nos fuimos casi de noche, la familia se reunió a escuchar rancheras, lo hacían en un equipo Sony situado en la sala, en un mueble de cedro junto a un reproductor de DVD y un televisor, todo ese día fue alegre, cada palabra, los gestos: El padre de los davices parecía tener ante sí el momento de esplendor esperando siempre, hablaba de su hijo, de cuanto han hecho, de la finca y sus nietos.

Al partir, otra vez el tractor, el fango, el verde intenso de los campos; todo detrás pero sabiendo que se podía vivir del campo, lejos de toda urbe, de ese gran cráneo ahumado de alucinaciones que es la ciudad. David lo ha logrado, casi un cuarto de millón de pesos gana al año y ahora suma las dos mil latas de café que se le estiman para esta cosecha, todo con el sudor de la frente, con el trabajo que sale de sus manos.

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